Aniversario XXXIII: La fiebre por las etiquetas de sidra

Hace unas pocas fechas el llagar de Sidra Acebal corchaba una partida de sidra con una etiqueta conmemorando los veinticinco años desde la fundación de nuestro Club tal y como fue recogido en su momento en redes sociales y medios de comunicación, aunque no fue esta la primera ocasión en la que este llagar y el Solimar se unían para dejar patente una colaboración que trasciende lo meramente deportivo.
La sidra y su mundo siempre fue una de las señas de identidad de nuestro Club y estuvo presente en buena parte de los acontecimientos que nos tocó vivir, festejando títulos en unas ocasiones o haciendo más llevadera la amargura de alguna derrota en otras.


Además de convertirse en un elemento de relación con nuestros rivales tras los encuentros, el Club tiene el título de Cofrade de Honor de la Cofradía Gastronómica de los Siceratores o embajador de la sidra Denominación de Origen Protegida, acudiendo a cuantos lugares fue reclamado para promocionar nuestra emblemática bebida (Villaviciosa, Xixón, Nava, …).
Cuando se produjo la victoria en nuestra primera Copa de Europa, el 27 de mayo de 2007, el Llagar de Sidra Acebal ya venía colaborando con el Club con el obsequio de cajas de sidra para los desplazamientos de la afición y el final de los partidos en el pabellón, y esta colaboración se incrementó con la decisión de etiquetar un lote de botellas de para conmemorar el título. Se encargaron de la iniciativa, como en tantas otras ocasiones, los gemelos Luis y Fernando García.

El eco que tuvo entre los coleccionistas de etiquetas fue algo totalmente inesperado y rápidamente comenzaron a ponerse en contacto con el Club para poder hacerse con alguna para su colección y de paso para la de algún amigo.
Tiempo después una de esas botellas se exhibió en un pabellón de la Feria de Muestras dedicado al deporte asturiano y se volvió a repetir el interés de los coleccionistas hasta tal punto que estando Naves, en aquel tiempo presidente del Club, en Italia recibió una llamada de la encargada del montaje del stand, entre abochornada e incrédula, trasladándole la petición de un coleccionista. Todavía quedaba algunas etiquetas en stock y el interesado pudo completar su álbum sidrero.
Posteriormente con motivo de otro título Christina Klein volvió a diseñar otras etiquetas, en esta ocasión para el vino, pero en esta ocasión no se llegó a materializar el proyecto y solamente quedan para el recuerdo alguno de los diseños propuestos por la portera y diseñadora alemana que acompañan a estas líneas.